Fry descubre que es multimillonario cuando acude a su antiguo banco a sacar el poco dinero que tenía en el año 1999. Los intereses generados durante mil años son impresionantes y Fry decidirá emplear su fortuna en una lata de anchoas, la última que queda en el universo. Solo existe un problema: Mamá, la empresaria más temida y más cruel, quiere ser propietaria de la lata para fabricar lubricante para robots.
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